Cuando los niños nazcan viejos . . . el padre no se parecerá
a los hijos, ni estos al padre, el anfitrión no apreciará al huésped ni el
amigo a su amigo y no se querrá al hermano como antes. Despreciarán a sus
padres apenas se hagan viejos y los insultarán con duras palabras, cruelmente,
sin advertir la vigilancia de los dioses - no podrían dar el sustento debido a sus padres
ancianos aquellos cuya justicia es la violencia-, y unos saquearán las ciudades
de los otros. Ningún reconocimiento
habrá para el que cumpla su palabra, ni para el justo ni honrado, sino que
tendrán en más consideración al malhechor y al hombre violento. La justicia
estará en la fuerza . . . y no habrá vergüenza. El malvado tratará de
perjudicar al más virtuoso con retorcidos discursos y además se valdrá del
juramento. La envidia murmuradora, gustosa del mal y repugnante, acompañará a
todos los hombres miserables. (aquest
text té gairebé 3000 anys i tracta del
futur on ens trobem).